Proyecto Conservación de Anfibios

Contexto y problemática

El Corredor de Conectividad Sangay–Podocarpus, alberga ecosistemas que cumplen un papel clave en la regulación hídrica y el mantenimiento de la biodiversidad. Sin embargo, enfrenta amenazas crecientes como la pérdida de hábitat, contaminación de fuentes de agua, expansión agropecuaria, minería, y la presencia del hongo Batrachochytrium dendrobatidis (Bd), que afecta severamente a las poblaciones de anfibios.
La falta de información científica y de estrategias de conservación adaptadas a las realidades locales limita la capacidad de respuesta. Frente a ello, el proyecto promueve investigación aplicada y gobernanza ambiental inclusiva, involucrando a comunidades rurales e indígenas en la toma de decisiones.

Innovación y enfoque

El proyecto destaca por su modelo innovador de conservación que integra ciencia, tecnología y participación social.
• En lo científico, desarrolla un monitoreo integral de la salud de los ecosistemas, evaluando biodiversidad, calidad de agua y presencia de patógenos.
• En lo social, incorpora de manera protagónica a mujeres rurales como asistentes de campo, lideresas comunitarias y promotoras ambientales, rompiendo barreras tradicionales de género en la investigación.
• En lo institucional, impulsa la creación colectiva de una estrategia de conservación local como herramienta de gestión sostenible y replicable en otros territorios andino-amazónicos.

Resultados e impacto

Hasta febrero de 2025, el proyecto ha ejecutado cinco campañas de monitoreo, registrando 261 individuos de 14 especies de anfibios, incluyendo redescubrimientos importantes como Hyloscirtus tolkieni y Hyloxalus anthracinus después de tres décadas sin registros.
El 58% de las muestras analizadas resultaron positivas para el patógeno Bd, evidenciando la necesidad de acciones preventivas. Paralelamente, 72 personas —el 67% mujeres— han sido capacitadas en monitoreo y conservación, fortaleciendo capacidades locales.
Los resultados contribuyen a diseñar medidas de manejo de hábitats, control de contaminación hídrica y prevención de enfermedades, mejorando la resiliencia ambiental y social en la región.

Participación y sostenibilidad

El proyecto promueve la sostenibilidad a través de la formación de monitores locales, la creación de redes comunitarias y la articulación con instituciones públicas, académicas y organizaciones de base. La apropiación social del conocimiento asegura que las acciones trasciendan el período de financiamiento.
Además, el uso de metodologías no invasivas, sensores digitales de calidad de agua y la participación comunitaria garantiza la trazabilidad y transparencia de la información generada.

Conclusiones

La iniciativa representa un paso decisivo hacia una conservación inclusiva y basada en evidencia científica, donde la protección de los anfibios se vincula directamente con el bienestar de las comunidades y la salud de los ecosistemas.
Su enfoque integrador —que combina ciencia, participación y equidad— constituye un modelo replicable para la conservación participativa en los Andes tropicales y un aporte significativo al fortalecimiento de la gobernanza ambiental en Ecuador.


Proyecto ejecutado por Fundación Amaru, con el financiamiento del Critical Ecosystem Partnership Fund (CEPF) y la colaboración de comunidades locales del Corredor Sangay–Podocarpus.